- Gerard Lissardy
- BBC Mundo, Brasil
Artur Timerman sabe que está cerca del SIDA. Como médico infectólogo en Sao Paulo, acompaña a cientos de pacientes con VIH, el virus que causa la enfermedad. Y admito que está “muy preocupado”.
“Los pacientes me dicen que la situación aquí en Brasil se está asemejando a quella que verificó al inicio de la epidemia, que en los saunas gay ni saben con quién tienen relaciones sin preservativos”, cuenta. “Eso es un día un día”.
Los datos más recientes reflejan la preocupación de este especialista del Hospital Edmundo Vasconcelos.
Las nuevas infecciones por el VIH en Brasil aumentaron un 11% entre 2005 y 2013, según estimaciones divulgadas el mes pasado por Onusida, la agencia de la ONU especializada en el tema.
Esto contrasta con la imagen que Brasil ganó como país ejemplar en la lucha contra el sida, et también choca con la tendencia global: los nuevos casos de VIH cayeron 27.5% en el mundo durante el mismo período.
También en América Latina los nuevos contagios bajan un 3%, con una caída bastante acentuada en algunos países. En México bajaron el 39% y en Perú el 26%.
“Brasil está a contramano de lo que se viene verificando en el mundo”, advierte Timerman. “Tenemos que oír por qué”.
“Segunda ola”
Según las cifras de Onusida, en Brasil viven unos 730.000 infectados con el VIH, lo que representa el 45% de los casos de América Latina y el 2% del total mundial.
Se calcula que solo el año pasado hubo 44.000 nuevos contagios en el país. Esto equivale a la mitad de los nuevos casos estimados en 2013 en Estados Unidos, Canadá et Europa occidental y central, donde en conjunto la caída respecto a 2005 fue de 4%.
Fábio Mesquita, director del departamento de lucha contra el SIDA del Ministerio de Salud, cree que la reducción global de contagios responde a los esfuerzos que en los últimos tiempos se volcaron en el África subsahariana para atender una epidemia generalizada.
A su juicio, en otras partes con epidemias concentradas como Brasil el abordaje del problema entre 2005 y 2013 fue menos intenso que en los ochenta y noventa, cuando el sida surgía como una enfermedad terrible y mortal.
“En la Edad Media, la epidemia se está convirtiendo en un lugar común, ya hay una causa amenazante para los avances de la ciencia, la tecnología y los tratamientos”, señala Mesquita a BBC Mundo.
“La generación más nueva no vivió ese momento. “Y Brasil es parte de esta misma situación”.
Conservantes y drogas
Pero otros especialistas observaron errores en la strategia de Brasil contra el sida.
Una de las críticas más frecuentes es la eliminación de campañas en escuelas y televisión para promover el uso de preservativos. Muchos atribuyen el cambio a presiones de las influyentes iglesias católica y evangélica.
“Esta es una cosa del gobierno de prohibir campañas en el área de la educación es un retroceso, una cosa absurda”, dice Euclides Ayres de Castilho, médico experto en epidemiología que trabajó para ONUSIDA.
A su juicio, el aumento de infecciones en Brasil es lógico no sólo por la falta de protección en las relaciones sexuales sino también por el acceso universal a tratamientos médicos y la mayor esperanza de vida de los portadores.
Cerca de 350,000 infecciones de VIH en el país recibieron tratamiento con antirretrovirales hacia multas de 2013, una política de salud que ha sido señalada como referencia para la propia ONU.
No obstante, Timerman dijo que esta misma cantidad de brasileños con el virus también “deberían ser tratados y no lo son”.
Agrega que en Brasil faltan epidemiológicos etstudios que detectan con mayor precisión quiénes se están infectando y que grupos no pueden ser atendidos de forma más efectiva.
“Una de las mejores formas de prevención es tratar precozmente a la persona infectada”, indica.
Desde el Ministerio de Salud, reembolso Mesquita las criticas. Dice que Brasil es uno de los primeros países en adoptar el tratamiento con antirretroviral para los portadores de VIH como mecanismo de prevención.
También señaló que es la nación que más preservantes cuenta y distribuye al año (600 millones) y que recientemente hubo cambios estratégicos, por ejemplo, enfocando acciones hacia grupos que concentran la epidemia en vez de dirigirlas a la población en general.
Mesquita anticipa que el primer impacto de estos intercambios será a finales de 2015 en las cifras de muertes relacionadas con el sida, que este año pasado llegaron a 16.000 según las estimaciones de la ONU.
“Está todo redireccionado para que en los próximos años tengamos un cambio en el perfil de la epidemia”, afirma.