Sobre las moquetas de los despachos, los líderes políticos tratan de buscar el camino hacia una nueva tregua mientras en Gaza las bombas no dejan de caer. Cayeron tantas esta madrugada sobre el campamento de Maghazi —en el centro de la Franja— que provocaron la muerte de 106 personas en una de las mayores matanzas de esta guerra. Hamás y la Yihad Islámica, los dos grupos con rehenes israelíes en cautividad, han rechazado una nueva propuesta de tregua de Egipto, que planteaba, además del intercambio de rehenes y presos, un Gobierno tecnocrático en Cisjordania y Gaza que reconstruyera la Franja y preparara nuevas elecciones en toda Palestina. No dieron siquiera tiempo a que se pronunciara oficialmente el Ejecutivo israelí, pero el primer ministro, Benjamin Netanyahu, siguió con su retórica belicista: “No vamos a parar. Intensificaremos nuestra lucha en los próximos días. Los combates no están cerca de acabarse”, dijo ante una asamblea de parlamentarios de su partido, el Likud.

La propuesta egipcia, una de las más elaboradas y de más largo recorrido planteadas hasta ahora, reclamaba un “diálogo nacional palestino” para acabar con la división entre las facciones políticas —Fatah gobierna Cisjordania, mientras que Hamás lo hace en Gaza— y formar un Gobierno tecnocrático único que supervisara la reconstrucción de la Franja y preparara elecciones para los dos territorios. Previamente, Hamás debería liberar a otros 40 rehenes israelíes a cambio de que Israel excarcelara a 120 prisioneros palestinos durante un alto el fuego temporal que, como el de la última semana de noviembre, sirviera para incrementar la entrada de ayuda humanitaria en la Franja. En una fase posterior, se plantearía un armisticio definitivo con un intercambio de rehenes y presos más amplio. Solo después de ese momento, Israel se retiraría de las ciudades de Gaza para que los desplazados volvieran a ellas.

Sin embargo, Hamás y la Yihad Islámica, que también tiene algunos rehenes en su poder, rechazaron la proposición sin dar siquiera tiempo a un pronunciamiento oficial israelí. Ninguna de las dos facciones se mueve de su reclamación de un alto el fuego definitivo y el reparto de ayuda por todo el territorio. “Solo después de que se ponga fin a la agresión y crezca la ayuda en el norte y en el sur de Gaza discutiremos sobre el intercambio de prisioneros”, manifestó un alto cargo de Hamás a Reuters.

El Gobierno de Israel, que no se ha pronunciado oficialmente, acogió la iniciativa el domingo con cierto optimismo. “Hay cosas que no podemos aceptar, pero la propuesta puede ser un punto de inicio para las conversaciones”, sostenía el diario Ma’ariv citando fuentes del Ejecutivo. El Israel Hayom, considerado uno de los medios más cercanos a Netanyahu, reflejaba “la satisfacción” de que se abriera otro espacio de negociación desde Egipto además del que lidera Qatar y que ya dio lugar a la anterior tregua. Hoy, Netanyahu ha vuelto al tono duro del “nada nos detendrá”, pero, en realidad, está sometido a una fuerte presión por los familiares de los rehenes, que le exigen un nuevo intercambio ya, lo que da a Hamás una baza más ante las hipotéticas negociaciones.

Esta misma tarde, tienen previsto congregarse frente al Consejo de Seguridad Nacional con 129 relojes de arena, los mismos que los secuestrados aún en cautiverio, al menos hasta este domingo, cuando el ejército confirmó el hallazgo en un túnel del norte de Gaza de los cadáveres de cinco de esos rehenes. La concentración tiene como lema un mensaje desafiante para Netanyahu y sus ministros: “Mírenos a los ojos”. Horas antes, han interrumpido el discurso del primer ministro en el Parlamento durante una sesión especial dedicada a los secuestrados. “¡No queda tiempo, ahora!”, le gritaron. “¿Qué pasaría si fuera tu hermano o tu padre?”. Netanyahu les prometió que el ejército buscará “detrás de cada piedra para traerlos de vuelta”, pero lo cierto es que, hasta ahora, los soldados solo han logrado rescatar a uno. El líder de la oposición, Yair Lapid, reclamó por su parte que se priorizara la liberación de los rehenes sobre la victoria en la guerra.

Objetivos incumplidos

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Las amenazas de Netanyahu de recrudecer la guerra todavía más ya se han cumplido. Bombarderos israelíes atacaron esta madrugada el campo de refugiados de Maghazi, en el centro de la Franja, solo dos días después de que el ejército pidiera a los residentes de esa zona que se desplazaran al sur. El fuego de la aviación acabó con la vida de 106 personas, según responsables sanitarios palestinos, muchos de ellos mujeres y niños, en lo que ya constituye uno de los episodios más sangrientos de la guerra. Maghazi es uno de los campos más pequeños y con mayor densidad de población. En solo 0,6 kilómetros cuadrados se agolpan más de 33.000 personas, según la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA). Los combates también se sucedieron en las vecinas Al Bureij y Nuseirat. En Jan Yunis, en el sur, otras 23 personas fallecieron en otro ataque aéreo.

Un hombre intenta sacar el cuerpo de un familiar de entre los escombros tras el bombardeo del campo de Maghazi. STRINGER (REUTERS)

Matar a Yayha Sinwar, el líder de Hamás en Gaza, y a su comandante militar, Mohamed Deif, es otro de los objetivos no logrados por Israel en los dos meses y medio que dura ya la guerra. El primero de ellos lanzó el domingo su primer mensaje público desde que se inició la guerra, refiriéndose a ella como “una batalla feroz, violenta y sin precedentes”, contra Israel. “Las Brigadas de Al Qasam [el brazo armado de la organización] destruirán al ejército de ocupación”, dijo Sinwar, que aseguró que las tropas israelíes “están sufriendo grandes pérdidas en vidas y equipos”. Cuantificó en 5.000 los soldados israelíes atacados, “un tercio de ellos murieron, otro tercio resultó gravemente herido y el último permanentemente incapacitado”, según el alto responsable de Hamás. Israel reconoce únicamente 156 fallecidos en su ejército desde que empezaron las hostilidades tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, en los que murieron 1.200 personas y 240 fueron secuestradas.

En el plano diplomático, Israel también recrudeció el tono contra Naciones Unidas cumpliendo una amenaza que llevaba semanas lanzando. El ministro de Exteriores, Eli Cohen, aseguró en X (antes Twitter) que su Ministerio rechazará prorrogar los visados de la plantilla de la organización internacional y denegará los de futuros empleados. “No permaneceremos en silencio ante la hipocresía de la ONU”, dijo en su cuenta personal. “Su conducta es una vergüenza para la organización y la comunidad internacional”. La publicación acusa a su secretario general, António Guterres, de “legitimar crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad” de Hamás; al alto comisionado de Derechos Humanos de “divulgar libelos de sangre sin fundamento”, y a ONU Mujeres de “ignorar los actos de violación cometidos contra mujeres israelíes”, durante los ataques del 7 de octubre.

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